La madrugada en la que empezó todo.

Es medianoche en Madrid y aquí estoy escribiendo en el mas estricto silencio porque el pequeño dictador duerme a mi lado (lo de colocarle este adjetivo no lo tengo que explicar, ya lo entenderán en siguientes publicaciones), para Sebas empieza el "día", es hora de disfrutar del silencio
de los 120 metros cuadrados en donde estamos confinados; No tiene que pedirle a Rodri mil veces bajar la voz que con los audífonos no se mide.

Y es que Rodri esta Feliz, no puede pedir mas: juega en linea, llegó a un acuerdo de baño interdiario y le hago gofres de merienda, lo único que interrumpe sus vacaciones perfectas son los deberes, pero eso es digno de un capitulo.

Aquí no hay una pizarra en la nevera con tareas asignadas a cada uno, pero existen tácitamente, y así exactamente es la casa en cuarentena, vamos compartiendo sin horarios pre establecidos ese espacio en donde solían estar los sofas y que se ha convertido en parque, oficina, colegio, escenario, escenografía, gimnasio, estudio de grabación, sitio de entrenamiento en gateo y hasta en un centro de bronceado si nos vamos mas hacia esa ventana que ha sido durante 45 días la gran tele interactiva de Lorenzo.

Y es que así de golpe y sin haberlo planificado, el mundo ha tenido que convertir su casa en todo un co-working, y eso pobres gatos tan acostumbrados a disfrutar con total plenitud de su casa, los llevamos locos, después de esta pandemia los que necesitarán terapia serán ellos.

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