El día que me di cuenta que ya no era chama.

Tengo bastante mala memoria o mejor dicho: memoria selectiva no dirigida, ella se gobierna sola.

Pero recuerdo perfectamente un par de episodios, más allá de que algún imbécil desubicado me haya dicho señora, que me hicieron darme cuenta que ya no era tan chama como yo pensaba.

Todo empezó aquel día que mi sobrina 12 años menor que yo, me preguntó: tía cual era la música de tu época? Yo me quede WTF (como diría ella) e inmediatamente salían frases de mi boca y un montón más surgían en mi cabeza: pero si esta es mi época, la estamos viviendo, no ha acabado, ¡coño! en que momento pasó que no me di cuenta, ¿de que me hablas.?.. y ella proseguía como si nada!: Es que me baje en Spotify una lista de reproducción de los 90’ y 00’ que si de los Backstreet Boys y de las primeras de Shakira y me encantan, dime más para seguir bajándome. 

Yo, que todavía no había encontrado mi vocación en la vida, quedé ahí impávida y durante bastante tiempo me tuvo pensando y reflexionando en que punto de mi vida estaba. ¿Cuánto podía seguir postergando ese futuro proyecto de vida que tenia en mi cabeza?

Años después, para ser exactos en mayo del año pasado, estaba en la peluquería hojeando la revista HOLA y vi una foto de las gemelas de Julio Iglesias y Miranda, ¡wow! ya eran mayores de edad, ¿tan rápido? Y Miranda se ve tan joven y estupenda, con hijas tan grandes. Mi yo interior me dio un lepe (colleja en venezolano) y me dijo: idiota, no te has dado cuenta que tú también tienes un hijo a punto de cumplir ¡18!. Y es que mi Sebas creció (mucho), pasó de ser aquel niño súper inquieto e incansable, a ser un tipo hasta responsable, que hasta le pagan por colaboraciones en una red social que ni tengo bajada en mi móvil (ni pretendo, no tengo edad para ella).

Y es que cuando yo era pequeña pensaba que la gente con hijos grandes ya tenía todo resuelto, su vida hecha, ya había desarrollado todos sus hobbies y aficiones, ya había explorado suficiente en el mundo empresarial, ya tenía que tener la casa pagada, ya había viajado suficiente, ya tenía las respuestas para todo... y que va, ahora hasta tengo la certeza de que nunca se es mayor del todo, siempre hay tiempo para cambiar de profesión, siempre habrá alguna comida rara que probar y hasta de tirarte en paracaídas, si es que te gusta, personalmente no soy de ese tipo de emociones, pero quien sabe, quizás me de por ahí algún día.



Comentarios

Publicar un comentario